viernes, 18 de enero de 2019

QUITANDOTE LA MASCARA


RINDIENDO CUENTAS
UN DOLOROSO PASO, PERO NECESARIO PARA LA LIBERTAD

Te ha pasado que confiesas tu pecado a Dios y ruegas por libertad -creyendo que eso te dará la victoria- solo para volver a caer nuevamente en un corto periodo de tiempo. Yo viví en este ciclo de frustración por años, sin poder encontrar la verdadera libertad.

Aunque hay varios factores envueltos en alcanzar la libertad de la adicción sexual, hay uno que es un factor necesario en el proceso del arrepentimiento. No podrás descubrir la libertad verdadera hasta que estés dispuesto a exponer tu pecado a la luz de otro ser humano.

Por años yo trate de encontrar la libertad de mi adicción en secreto. Creía que Dios me ayudaría a ser libre, y que podría evitar el dolor garantizado de revelar mi lucha secreta con la pornografía y el pecado sexual. Yo justificaba mi silencio y mantenía mi lucha en secreto, convenciéndome a mi mismo de que era mejor que solo Dios y yo resolviéramos este asunto, para evitar el dolor que le causaría a otros. Le llore a Dios innumerable veces. Pero sin importar cuan genuino yo creyera que era mi arrepentimiento, la recaída una y otra vez en el pecado eran una evidencia de que algo hacía falta.

El pensar que tienes que confesar a otro ser humano tu lucha con el pecado sexual puede ser abrumador. Recuerdo pensar que si le pudiese contar a otra persona podría finalmente ser libre de esa pesadilla, pero mi lista de razones para no contarle a alguien me impedían hacerlo. Mis excusas no eran completamente infundadas. Mi confesión podría lastimar a mi familia, mi ministerio y mi reputación. Yo era consciente de que tendría que enfrentar dolorosas consecuencias. Pero entre mas tiempo mantuviese mi pecado en secreto, más difícil parecía el poder hacerlo. Razón tenía el salmista cuando escribió “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día” (Salmos 32:3). Si hubiese expuesto mi pecado a la luz desde el principio me hubiera salvado de años de esclavitud sexual y me hubiese evitado lastimar a aquellos que supuestamente estaba protegiendo.

Cuando me escriben preguntándome por concejos prácticos para poder ser libres de la adicción a la pornografía, la masturbación, el adulterio, la fornicación, la homosexualidad, o cualquier otra clase de pecado sexual, usualmente comienzo por aquí. Un verdadero arrepentimiento comienza trayendo nuestro pecado hacia la luz. Esto no significa que tienes que publicar tu pecado en Instagram o en Facebook, no tienes que contárselo a todo el mundo. Dependiendo de la profundidad de nuestro pecado y nuestra posición de influencia, la cantidad de personas que necesitamos envolver puede variar. Como mínimo, el pecado sexual debe ser confesado a un amigo de confianza, un pariente, un hermano en la fe, un mentor, un consejero, a tu pastor, o a tu cónyuge.

Por naturaleza, el pecado crece en la oscuridad. La mejor forma de mantenerte atado al pecado es manteniéndolo en secreto. Santiago 5:16 dice que “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados…” (énfasis añadido). Muchos de los que me escriben pidiendo ayuda se rinden cuando les digo que tienen que confesarle a alguien su pecado. Espero que al leer estas palabras puedas entender que encontrar tu libertad sin contarle a alguien no es una opción.

Confesar será doloroso. Habrá consecuencias con las cuales tendrás que enfrentarte. Pero cuando estés pasando por todo esto piensa en la libertad que hay al otro lado de la confesión. Dios puede hacer muchas cosas una vez que estés dispuesto a confesar, a rendir cuentas de tu vida secreta a otra persona. A pesar de las circunstancias difíciles que puedan presentarse en el proceso, los resultados finales harán que valga la pena el dolor momentáneo. El diablo tratará de hacer que la gente se enfoque en las repercusiones negativas y las usará para mantenerlos atados a su pecado. Pero si tan solo pudieran vivir el gozo de vivir en libertad del pecado sexual y el tener una conciencia limpia delante de Dios, podrían rápidamente traer sus pecados a la luz y pagar el precio que sea necesario.
Si estas leyendo estas palabras y estas atrapado en el secreto de tu pecado, permíteme preguntarte: ¿Cuántos años más quieres perder en tu pecado? ¿Cuánto más dolor le vas a causar a aquellos que amas al reusarte a permitirle a Dios que trabaje en tu corazón?

Juan 3:19-21 dice “Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”

Hay dos clases de personas en este pasaje: aquellos que se niegan a acercarse a la luz por miedo a ser expuestos, y aquellos que voluntariamente se acercan a la luz para vivir en libertad. ¿Cuál de ellos serás tú? ¡La decision es tuya!

Hablemos.

Diego Bedoya,
Integridad Online
Articulo basado en diferentes publicaciones del ministerio Pure Life en ingles.

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