jueves, 25 de mayo de 2017

¿POR QUÉ CONTINÚO PECANDO?

¿Porque Dios no me quita estos deseos para que yo pueda dejar de pecar?” ¿Verdaderamente deseas ser libre de tu pecado sexual, del uso de la pornografía, la masturbación?

De acuerdo con la Palabra de Dios, la respuesta es simple:

Continúas escogiendo desobedecer a Dios.

Jesús dijo: Si me aman obedecerán mis mandamientos” (Juan 14:15). Dios nos ha dado la voluntad de decidir, y si vamos a salir del problema en el que nos hemos metido, entonces nosotros debemos empezar a tomar las decisiones correctas. En nuestra relación con Jesús es importante entender que la conversión ocurre una vez en la vida en el momento en que  nos arrepentimos genuinamente de nuestros pecados y transgresiones, y le reconocemos  como nuestro único y suficiente Salvador. Este es en mi opinión el momento más importante en la vida del ser humano, este es el día en que pasamos de muerte a vida.

Sin embargo es una tarea del creyente el entregar el señorío de su vida a Cristo cada día. Lucas 6:46 nos dice ¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? En mi lucha personal con el pecado sexual debo cada día tomar decisiones, debo decidir si hoy le voy a permitir a mis bajas pasiones tomar el control de mi vida o si le voy a entregar el control a Dios.

Nuestras acciones demuestran nuestras prioridades. Tenemos una conciencia que diferencia el bien del mal y, aunque tratamos de hacer el bien,  también estamos dispuestos a hacer el mal, a pesar del hecho de que sabemos que está mal. También tenemos la capacidad para justificar nuestras decisiones pecaminosas con excusas que nos hacen sentir lástima por nosotros mismos. Santiago 1:13-15 nos dice: Cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el mal puede tentar a Dios.  Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte. Si bien algunos tienen legítimos traumas que tienen que superar, la mayoría de nosotros sabemos que nuestro pecado es simplemente una patética opción a ceder a nuestros deseos carnales por un momento de excitación y placer. Nos dejamos arrastrar por nuestras bajas pasiones, esa vieja naturaleza que busca placer y que nos aparta del Creador.

¿Quieres tener relaciones sexuales y experiencias placenteras antes del matrimonio? ¿Te la pasas pensando en formas de alcanzar placer con nuevas formas de depravación sexual? ¿Te hallas explorando nuevas fantasías sexuales como resultado de todas las imágenes indecentes con las cuales has llenado tu mente y tu corazón? ¿Planeas durante todo el día el momento en que estarás a solas para ver pornografía? ¿Estás teniendo relaciones con tu esposa  y al mismo tiempo adulterando en tu mente con alguna otra persona? Si tus pensamientos frecuentemente caen dentro de alguna de estas categorías, quizás has encontrado a tu enemigo. 

Jeremías 17:9 nos revela: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? y Jesucristo dijo: Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos” (Mateo 15:19-20). ¿Puede el problema estar dentro de tu propio corazón? Solamente tú sabes la respuesta a esta pregunta, pero todos podemos estar seguros que un corazón que no ha sido redimido producirá todas estas cosas en abundancia.

Todos deberíamos en este punto poner nuestro orgullo a un lado y revisar nuestros corazones cuidadosamente. Pasemos un tiempo delante de Dios pidiéndole que examine nuestros corazones y nos permita recordar toda la suciedad que aun tengamos, y que podamos rendirnos completamente ante la misericordia y el poder transformador de Jesucristo. El hipócrita que se auto engaña esta en el peor de los estados. El cree que todo está bien entre él y Dios (y cree que no tiene necesidad de cambiar o auto examinarse), cuando en realidad, nada está bien.
  
 Pídele a Dios que haga un trabajo profundo exponiendo todos los deseos y las intensiones de tu corazón. Pídele que despierte tu conciencia y te muestre toda la lujuria y los bajos deseos que aun te dominan. Este es el primer paso para encontrar victoria sobre tu pecado. Sal de la negación y reconoce que necesitas de Dios para limpiar tu corazón y transformar tu vida. “Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra. Mis ojos van a estar abiertos, y mis oídos van a estar atentos a la oración que se haga en este lugar.” (2 Crónicas 7:14-15)

“Jesús le respondió: Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed;  pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna.” (Juan 4:13-14)



Diego Bedoya
Ministerio Integridad Online

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