sábado, 12 de noviembre de 2011

LA LUCHA CON EL PECADO Y EL CAMINO DE SALIDA

El hombre atado al pecado sexual tiene esperanza por medio del poder transformador de Jesucristo. El puede liberar a todos los adictos de su cautiverio. Cuando el hombre establece en su vida los principios de la verdad de Dios, la justicia divina, la fe y así sucesivamente, entonces crecerá en espíritu y tendrá el poder de resistir las tentaciones que le son atractivas a su naturaleza pecaminosa. La verdadera victoria del cristiano depende de cuán dispuesto está a dejar que Dios lo cambie a fondo. Ocurre como en el deporte, donde un atleta llega a ser una estrella solo por medio de un entrenamiento eficaz y constante. De la misma forma, el creyente llega a ser victorioso permitiendo que Dios lo conduzca hacia la madurez de su carácter.

La respuesta para los creyentes en Cristo es que Dios cambia a las personas desde adentro hacia afuera. Este cambio ocurre cuando la persona admite la necesidad de cambiar e inicia una batalla contra su comportamiento pecaminoso, experimentando un genuino rechazo a ese estilo de vida. Tal transformación no solo implica renunciar al pecado. Es mucho más profunda que solo abstenerse. Es necesaria una remoción profunda y radical de todo su mundo interior, a fin de que Dios lleve a la persona al lugar donde sea capaz de desechar los ídolos de su vida. La persona ha alimentado y protegido su ídolo en el curso de los años porque  lo adora y lo desea. La obra de Dios consiste en llevarlo de forma gradual al lugar donde ya no lo desee.

Es necesario que haya una guerra antes de que la persona odie su pecado. Un nuevo rey debe ser elevado al trono. El antiguo reino bajo la soberanía de uno mismo debe ser derrotado. La persona que se convierte en un seguidor de Cristo y trata de mantener el control de su vida no se ha sometido al  señorío de Jesucristo. Y todo lo que esta persona puede hacer es tratar de abstenerse de su vicio dominante. Por otro lado, el hombre que ha permitido que Dios eche abajo el dominio que tiene sobre sí mismo, posee una nueva riqueza de valores infundidos en su ser. Esto es a lo que se refería Pablo cuando dijoDe modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)
El dio una versión más completa de lo que significaba cuando escribió a la iglesia de Éfeso: Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:17-24).

Todo ser humano posee un sentido innato de autodeterminación y de autosuficiencia. Cuando una persona se convierte en seguidor de Cristo, se ha colocado inevitablemente en un camino en el que chocara con la voluntad de Dios, sin que importe la gravedad de su pecado. En efecto, la entrada misma al reino de Dios se fundamenta en que la persona vea que su forma de vida ha estado equivocada y que por lo tanto debe ser cambiada. El término bíblico que se utiliza para describir la solución a este problema se llama ARREPENTIMIENTO.

 Muchos suponen que cuando al principio se convirtieron en cristianos experimentaron el arrepentimiento y que ahora pueden dirigirse hacia cosas más importantes de la vida cristiana. Para muchos, la experiencia de la conversión inicial no solo es en sí muy débil, sino que es apenas la primera de una serie de tales encuentros con Dios a lo largo de toda la vida. Mucho de la naturaleza humana caída necesita ser cambiado. Dios no anda buscando más gente que sepa como aparentar ser religiosa o que hable de lo más novedoso de lo “cristiano”. El anda buscando cómo transformarnos desde adentro para que podamos llevar la imagen de Jesucristo al mundo sin salvación.



Entonces el verdadero arrepentimiento es mucho más que alinearnos con la religión cristiana. Es experimentar un cambio en la manera como uno piensa. Es absurdo que una persona piense que puede “arrepentirse” de cualquier pecado y que sin embargo rehúse cambiar su forma de pensar. El arrepentimiento espiritual es una experiencia por medio de la cual se altera la voluntad de una persona con el propósito expreso de ponerla en línea con la voluntad de Dios. Jesús lo confirma cuando dice: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

La persona que desea vivir una vida de obediencia, pero que de continuo falla, debe atender el problema que tiene con su voluntad. El hombre en pecado sexual hace lo que le place, comete actos de pecado sexual porque los disfruta. Pablo afirma en 1 Tesalonicenses 4:3-5: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios”.

Si estas luchando con el pecado sexual en tu vida y deseas recibir ayuda puedes contactarnos aintegridadonline@gmail.com  
El camino a la libertad del pecado empieza cuando hablamos con alguien sobre eso que hemos mantenido en la oscuridad. Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho” (Santiago 5:16).

Adaptado del libro “En el altar de la Idolatría Sexual” de Steve Gallagher.