Porno en el cerebro
En los
últimos 150 años la pornografía ha cabalgado en los talones de la nueva
tecnología. Desde la fotografía al proyector de películas, desde el VHS al DVD,
desde el Internet hasta los teléfonos inteligentes.
Apenas
estamos empezando a ver los efectos de la pornografía masiva producida en
nuestra cultura; aquellos que crecieron con acceso al Internet en sus hogares han
entrado ahora a la vida de adultos. Muchos estudiantes universitarios vieron
pornografía por primera vez cuando eran unos niños, y hoy en día consumen
pornografía por el Internet en dosis semanales, o incluso diarias. Hace más de
10 años la doctora Judith Reisman (Autora de “la ciencia detrás de la adicción
a la pornografía”) llamo a la pornografía una “erotoxina” planteando que futuros estudios revelarían que la corriente de neuroquímicos y hormonas
liberados cuando alguien mira pornografía tendría considerables efectos negativos en
el cerebro. Estudios
recientes están ahora validando su teoría.
Dios ha
conectado el cerebro en tal forma que pueda recordar el lugar dónde nuestros
impulsos naturales están siendo satisfechos. Si el cuerpo tiene sed, el trabajo
del cerebro es recordar con claridad donde encontrar agua, y la dopamina
es el neurotransmisor responsable por ayudarnos a recordar donde satisfacer
nuestros impulsos naturales.
Siendo
estimulados sexualmente, la dopamina es liberada en una región del cerebro
responsable de las emociones y el aprendizaje, dando al espectador una sensación
de enfoque claro y una conciencia del deseo: “Tengo que obtener esta cosa; esto
es lo que necesito ahora mismo.” La dopamina proporciona una gran sensación de
placer. La próxima vez que el espectador tenga esa picazón por mas gratificación
sexual, pequeñas dosis de dopamina serán liberadas en el cerebro, diciendo: “¿Recuerdas
de donde sacaste tu dosis la última vez? ¡Ve y consigue más!”
En el
contexto de una relación matrimonial, este empujón para regresar a la fuente del placer une a las parejas en
intimidad sexual una y otra vez, construyendo un vínculo de amor. Pero en el
contexto de ver pornografía, el efecto es algo totalmente diferente.
La exposición
continúa a la pornografía, especialmente por largos periodos de tiempo, libera
oleada tras oleada de dopamina, dando al cerebro un placer anormal. El cerebro eventualmente se cansa,
limitando la cantidad de dopamina emitida, dejando al espectador queriendo más
pero sin poder alcanzar el mismo nivel de satisfacción. Esto es llamado
desensibilización. Los placeres diarios comienzan a perder su brillo –
incluyendo el sexo- y el espectador amplia sus gustos pornográficos y busca
algo más novedoso o pornografía más fuerte para poder conseguir la misma
excitación.
Santiago
dice que pecado comienza con un deseo muy fuerte, pero “el pecado, una vez que ha sido
consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15). Agrandar el pecado trae toda clase de muerte
–muerte al placer, muerte a las relaciones, y ultimadamente muerte eterna.
HIPER-SENSIBILIDAD A LA LUJURIA
Mientras
el cerebro se vuelve desensibilizado al placer en general, al mismo tiempo se
vuelve híper-sensitivo a los diferentes desencadenantes sexuales. Así como un
camino es creado en el bosque con cada persona que pasa por él, de la misma
forma los caminos neuronales establecen
el camino con la próxima imagen erótica vista. Con el tiempo estos caminos neuronales
se amplían con los viajes repetitivos realizados con cada exposición a la
pornografía. Ellos se convierten en el camino a través del cual la interacción
con las mujeres está marcada. Los circuitos neuronales anclan este proceso sólidamente en el
cerebro. Con cada mirada furtiva, la pornografía profundiza este abismo en el
cerebro a través del cual las imágenes de mujeres están destinadas a pasar.
Todas las mujeres se convierten en potenciales estrellas porno en las mentes de
estos hombres.
En otras
palabras, entre mas una persona se masturba con pornografía, más ancha será la
súper autopista neuronal, desarrollando mas y mas puntos de entrada.
El apóstol
Pablo describe claramente la lujuria interminable que experimenta una persona
desconectada de Dios. El escribe: “Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la
inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes” (Efesios 4:19). Un acto de lujuria lleva a dos,
dos llevan a cuatro, y cuatro llevan a un deseo consumidor. Su apetito nunca se
satisface.
PARALIZA LA FUERZA DE VOLUNTAD
El proceso de sensibilización y desensibilización
impacta la corteza pre-frontal del cerebro. A medida que los receptores de
dopamina se degeneran el cerebro, se producen cambios en los lobos pre-frontales.
Esta región del cerebro es responsable por nuestra fuerza de voluntad, regula
nuestro comportamiento y la toma de decisiones basado en sabiduría y principios
morales.
Normalmente, cuando las emociones, los impulsos y
los deseos son producidos fluyen desde el cerebro medio, los lobos pre-frontales
están ahí para ejercitar “control ejecutivo” sobre ellos. Pero cuando esta
región está debilitada por el continuo uso de pornografía, la fuerza de
voluntad se erosiona y no hay nada que pueda parar el antojo por ver
pornografía. Como resultado, la persona experimenta no solo un deseo sino una
necesidad intensa. Los neurocientificos llaman a este problema Hipofrontalidad.
Esta persona ya no controla sus pasiones sino que es esclava de ellas.
Esto es lo que Pablo dice: “Tienen la mente llena de
oscuridad; vagan lejos de la vida que Dios ofrece, porque cerraron la mente y
endurecieron el corazón hacia él”. (Efesios 4:18) Ellos se volvieron “Esclavos
de toda clase de pasiones y placeres” (Tito 3:3) Nuestros cerebros están designados por Dios para
medir las consecuencias y situaciones y
sopesar juiciosamente para escoger
cuando dar gusto a nuestros antojos y deseos, pero la Hipofrontalidad significa
que la mente saturada de pornografía tiene una muy limitada habilidad para
hacer esto. La región prefrontal es una de las cosas que hace únicos a los humanos –llenos con racionalidad
y conciencia. Por esta razón podemos decir que el ver pornografía, en un
sentido muy real, nos hace menos humanos.
EL PROBLEMA
FUNDAMENTAL CON LA PORNOGRAFÍA
Desensibilizados al placer, sensibilizados a la
lujuria, y paralizados en nuestra fuerza de voluntad –estas son algunas de las
cosas que la ciencia moderna está descubriendo sobre los efectos de la
pornografía en el cerebro. Como veremos más adelante, los estudios están mostrando
como la pornografía moldea nuestras creencias y expectativas sexuales.
La pornografía es adictiva. Las mujeres de los
vídeos pornográficos son frecuentemente obligadas, abusadas sexualmente y
animadas a usar drogas. El uso de pornografía está contribuyendo en el incremento del divorcio. Todas estas
cosas son verdad; sin embargo, es importante el entender el problema cardinal
con la pornografía.
La pornografía es esencialmente mala debido a su
mensaje: desgarra la sexualidad de su contexto relacional y presenta a los
seres humanos no como criaturas hechas a la imagen de Dios, sino como productos
sexuales, como algo que puede ser comprado y vendido.
Traducido por Diego Bedoya
de "Your Brain on Porn"
Material de distribución gratuita de Covenat Eyes
http://www.covenanteyes.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario