jueves, 22 de diciembre de 2016

¿OLÍA PEOR QUE TU PECADO?

Estas apartado de la realidad de tu familia, tu hogar y tus amistades y te has encerrado en un mundo de fantasía que apesta y huele terriblemente mal. Es el mundo de la pornografía y el pecado sexual. Estas rodando por un espiral que te lleva cada día mas hacia abajo y no ves donde aferrarte y donde encontrar esperanza. Es quizás el mejor momento para que le des una mirada a ese pesebre del cual todos hablan por esta época del año

En muchas formas no había nada especial acerca del bebe o su nacimiento. Esa pobreza, ese escándalo evitado cuando María quedo embarazada, ese comité de bienvenida por unos cuantos pastores; nada de eso era digno de un Rey. Nada de eso fue majestuoso.
Y sin embargo el nacimiento de Jesús era precisamente eso, majestuoso. Dentro de ese misterioso nacimiento había un amor tan poderoso como solo un verdadero líder de la humanidad podía exhibir. Era majestad en su forma más pura y maravillosa.

Sus primeras respiraciones en un establo y sus primeros pasos como un refugiado huyendo de un régimen despótico, eran exactamente los comienzos notables que solo nuestro Rey de Reyes elegiría. Y en estos detalles descubrimos una profunda verdad: “Dios está preparado para ir hasta lo los lugares más remotos y olvidados para alcanzarte a ti y a mí”.

En mi devocional de hoy leí el capítulo 53 del libro de Isaías. Este capítulo es una pieza clave en la Biblia. Es mencionado en los libros de Mateo, Juan, Romanos y otros más, y nos presenta una clara explicación del pecado y la expiación. Estos versículos que vas a leer señalan claramente a la vida de Jesús y la salvación de Su pueblo. Las verdades de esta porción de la escritura viajan a través del tiempo y nos revelan mucho acerca de la majestad encontrada en ese pesebre:

“¿Quién va a creer lo que hemos oído? ¿A quién ha revelado el Señor su poder? El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca. No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente; los hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como a alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta. Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud. Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros. Fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan. Se lo llevaron injustamente, y no hubo quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo. Lo enterraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca.”

Primeramente es claro que El viene por una razón única y clara: porque lo necesitamos. Nuestras “enfermedades…nuestros sufrimientos” nos colocan en tan desesperada necesidad de ayuda. Y es una tontería el pensar que El merecía lo que le paso. Jesús no fue “castigado por Dios”. La verdad es difícil de asimilar, pero debemos aceptarla: “El fue molido por nuestras iniquidades".

Ese bebe que nació en un humilde pesebre en un mal oliente establo, pagó por  nuestros pecados, por nuestra mala conducta, porque nos apartarnos y nos alejamos de las leyes de Dios. Nosotros acumulamos la cuenta y El fue quien la pago trayendo paz, sanidad y salvación para nosotros.

Todos nosotros somos culpables, todos nos extraviamos como ovejas y todos estamos en deuda con Dios por nuestros pecados.

Hay majestad en el pesebre; allí en ese establo encontramos la esperanza para nuestros corazones. Puede que no parezca mucho para algunos, pero para aquellos que se han arrodillado delante del Señor, que han confesado sus pecados y han aceptado su perdón, el nacimiento en el pesebre es un acontecimiento que trae esperanza para todos incluyéndote a ti y a todo aquel que lucha con el pecado sexual. La pornografía y el pecado sexual te ofrecen mucho y te dan muy poco, te llevan mucho más allá de donde querías ir y al final de dejan mas vacío y solo que antes.

Deja el pecado, acércate a Dios y él se acercará a ti,  es tiempo de recordar que solo en Cristo hay esperanza y salvación para tu alma. 


Diego Bedoya

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