Constantemente
recibo correspondencia de personas que profesan ser cristianos preguntándome: “¿Porque Dios no me quita estos
deseos para que yo pueda dejar de pecar?” Estas personas verdaderamente
desean ser libres de su pecado sexual, del uso de la pornografía, la
masturbación, etc.
De
acuerdo con la Palabra de Dios, la respuesta es simple: Ellos continúan escogiendo desobedecer a Dios.
Jesús dijo: “Si me aman obedecerán mis mandamientos” (Juan 14:15). Dios nos ha dado la
voluntad de decidir, y si vamos a salir del lio en el que nos hemos metido,
entonces nosotros debemos empezar a tomar las decisiones correctas. En nuestra relación
con Jesús es importante entender que la conversión ocurre una vez en la vida en
el momento en que nos arrepentimos
genuinamente de nuestros pecados y transgresiones, y le reconocemos como nuestro único y suficiente Salvador. Este
es en mi opinión el momento más importante en la vida del ser humano, este es
el día en que pasamos de muerte a vida. Sin embargo es una tarea del creyente
el entregar el señorío de su vida a Cristo cada día. Lucas 6:46 nos dice “¿Por
qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?”
En mi lucha personal con el pecado sexual debo cada día tomar decisiones, debo
decidir si hoy le voy a permitir a mis bajas pasiones tomar el control de mi
vida o si le voy a entregar el control a Dios.
Nuestras
acciones demuestran nuestras prioridades. Tenemos una conciencia que diferencia
el bien del mal y, aunque tratamos de hacer el bien, también estamos dispuestos a hacer el mal, a
pesar del hecho de que sabemos que está mal. También tenemos la capacidad para
justificar nuestras decisiones pecaminosas con excusas que nos hacen sentir
lástima por nosotros mismos. Santiago
1:13-15 nos dice: “Cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por
Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el mal puede tentar a Dios. Al contrario,
cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos
deseos. El fruto de
estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado,
una vez cometido, es la muerte.”
Si bien algunos tienen legítimos
traumas que tienen que superar, la mayoría de nosotros sabemos que nuestro pecado
es simplemente una patética opción a ceder a nuestros deseos carnales por un
momento de excitación y placer. Nos dejamos arrastrar por nuestras bajas
pasiones, esa vieja naturaleza que busca placer y que nos aparta del Creador.
¿Estás lleno de deseos por tener relaciones sexuales y
experiencias placenteras antes del matrimonio? ¿Te la pasas pensando en formas
de alcanzar placer con nuevas formas de depravación sexual? ¿Te hallas explorando
nuevas fantasías sexuales como resultado de todas las imágenes indecentes con
las cuales has llenado tu mente y tu corazón? ¿Planeas durante todo el día el
momento en que estarás a solas para entrar a esas páginas de pornografía que
encontraste en el internet? ¿Estás teniendo relaciones con tu esposa y al mismo
tiempo estas adulterando en la mente con alguna otra persona?
Si tus pensamientos frecuentemente caen dentro de alguna de estas
categorías, quizás has encontrado a tu enemigo.
Jeremías 17:9 nos revela: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso;
¿quién lo conocerá?” y Jesucristo dijo: “Porque del corazón salen los malos
pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos,
los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el
comer sin lavarse las manos” (Mateo 15:19-20). ¿Puede el problema estar
dentro de tu propio corazón? Solamente tú sabes la respuesta a esta pregunta,
pero todos podemos estar seguros que un corazón que no ha sido redimido
producirá todas estas cosas en abundancia.
Todos deberíamos en este punto poner nuestro orgullo a un
lado y revisar nuestros corazones cuidadosamente. Pasemos un tiempo delante de
Dios pidiéndole que examine nuestros corazones y nos permita recordar toda la
suciedad que aun tengamos, y que podamos rendirnos completamente ante la
misericordia y el poder transformador de Jesucristo. El hipócrita que se auto
engaña esta en el peor de los estados. El cree que todo está bien entre él y
Dios (y cree que no tiene necesidad de cambiar o auto examinarse), cuando en
realidad, nada está bien.
Pídele a Dios que haga un
trabajo profundo exponiendo todos los deseos y las intensiones de tu corazón.
Pídele que despierte tu conciencia y te muestre toda la lujuria y los bajos
deseos que aun te dominan. Este
es el primer paso para encontrar victoria sobre tu pecado. Sal de la negación y
reconoce que necesitas de Dios para limpiar tu corazón y transformar tu vida. “Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi
nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos,
yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.
Mis ojos van a estar abiertos, y mis
oídos van a estar atentos a la oración que se haga en este lugar.”
(2
Crónicas 7:14-15)
“Jesús le respondió: Todo el que beba de esta agua, volverá a
tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed
jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya
para vida eterna.” (Juan 4:13-14)
Diego Bedoya
integridadonline@gmail.com
Un excelente tema. Estoy disfrutando cada tema expuesto en este blog y procurando llevar a efecto cada sugerencia, consejo y recomendacion. Muchas gracias por compartir estos temas que fortalecen, bendicen y edifican. Por largo tiempo he sufrido los embates de cada caída que he tenido en esta area pero es bueno saber todo esto que comparten aqui, las decisiones que dedo tomar en los momentos oportunos son de vital importancia. Estos dias me he sentido renovado y con nueva esperqnza. Ruego me tomen en cuenta en sus oraciones. Saludos y gracias nuevamente.
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